Tuesday, June 23, 2009

Soko! Zuko! Rájatelas!

A place called hate

Después de tres meses sin escribir, aqui está la cuarta parte de la horrorosa historia de ethel...

Parte Cuarta

La tormenta empeoraba, por lo que Ethel se habia quedado en casa de Lorna, quien no dejaba de admirar el cuerpo desnudo y blanco de la chica. Su actitud era explicable, ya que por la región ya casi no quedaba nadie y mucho menos había hombres. Todos habían huido o habían muerto inexplicablemente.

-Dime: ¿por que te interesa tanto ese asunto del enterrador?- pregunto Ethel, incorporándose, dejando ver su blanca piel apenas cubierta por la deslizante sábana.
-Te diré algo que nadie sabe: toda la gente, antes de que tu o yo naciéramos, ha vivido temerosa del poderoso Moeidur Ann, el amo de la oscuridad. Todo este lugar que ves aquí fue alguna vez una tierra floreciente, pero desde que él llegó, una serie de desapariciones se sucedieron y con él, llegó la oscuridad. Diario podían verse los cadáveres de la gente por doquier y esa montaña que ves a lo lejos, se dice que es su morada. Solo una vez una extraña y poderosa bruja tuvo el atrevimiento de desafiarlo y para sorpresa de todos, trajo consigo la cabeza de Moeidur Ann... pero antes de morir, la bruja dijo que no lo había matado, que nadie podía hacerlo.
-¿Entonces si no podía matarlo, cómo era posible que llevara consigo la cabeza de Moeidur Ann?- preguntó Ethel, intrigada.
-¡Era su cabeza! como ves, el cuerpo físico puede perecer, destrozarse y mutilarse, pero su alma permanece... es por esto que siguen las desapariciones ¡En alguna parte el amo de la oscuridad se vale de algún otro ser para seguir cometiendo sus asesinatos!
-¿Y tu crees que el enterrador es el siervo del amo de la oscuridad?
-¡Exacto! !Así como yo soy la reencarnacion de ésa bruja que alguna vez lo derrotó!


Ethel quedó en silencio, pasmada. El ambiente había cambiado de densidad. Tenía un olor a muerte y una corriente de aire les quitó el aliento por un instante.
-¿Y yo que tengo que ver en todo este asunto?- pregunto finalmente
-Tú me entregaras al que no muere, y yo te dare vida eterna- exclamo, siseante Lorna

Meses de silencio...

De los meses pasamos a los años... Que rápido se va la vida escurriendo como cera entre los dedos, incapaz de volver atrás. Hoy perdí la cab...